Desde la noche que sobre mi se cierne,
Negra como su insondable abismo,
Agradezco a los dioses si existen
Por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia.
Nadie me vio llorar ni pestañar.
Bajo los golpes del destino.
Mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
Yacen los horrores de la sombra,
Pero la amenaza de los años
Me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
Cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
Soy el capitán de mi alma.
miércoles, 24 de febrero de 2010
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